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Autora: Lina Willman - Psicóloga Clínica, Máster en Salud Sexual y Sexología Clínica. Directora del área de Sexualidad y Bioenergética de Mutare Life.
La Ansiedad “en” el Sexo
Un enemigo mortal del ejercicio pleno de la sexualidad es la ansiedad, ya sea por sus manifestaciones propias; como por su incidencia negativa en la salud general. La entrega que requiere un acto sexual satisfactorio es difícil, si no imposible, con un malestar físico o un estado de ánimo negativo. Por otra parte, desde un ángulo puramente fisiológico, durante la respuesta adaptativa a otras demandas, se produce una baja de los niveles de andrógenos y estrógenos cuando el sistema se encuentra sobre cargado.
Las manifestaciones de la ansiedad, y el estrés no se limitan solo a la tensión nerviosa o a la gastritis. De hecho, una de las más características es, precisamente, la disfunción sexual. Cuando alguien tiene claro que la situación –económica, afectiva, laboral- lo desborda, incluso es dañina para la relación; el riesgo va más allá de una falla accidental porque, como sabemos, ésta misma es desencadenante de otras y capaz de instalar la idea de un problema insuperable; y por ende generar más ansiedad.
Ni pensar en “usar” el sexo como sustituto de otras carencias, porque lo más probable es que conduzca al fracaso. Hacer el amor consuela, anima, relaja y muchas cosas más, pero no, si se practica a la fuerza, bajo presión, por cumplir, por mantenimiento y sin hacer prevalecer el deseo.
Ninguno de los elementos que suelen estar presentes en un cuadro distrés (depresión, ansiedad, angustia) es, precisamente, un motor de la libido. Ni hablar de los malestares corporales que suelen acompañar a la ansiedad, el estrés o la presencia de síntomas de pánico o burnout.
El estrés y la ansiedad “del” sexo
A su vez, el sexo es factor de ansiedad y estrés, por ausencia o presencia. Por un lado, la abstinencia, aún la elegida, implica una sobrecarga de impulsos insatisfechos, por más que se procuren canalizar hacia otros objetivos.
En cuanto a la práctica sexual, también suele ser agente estresante.
En efecto, la aceleración de los latidos del corazón, el cosquilleo en el estómago, el rubor, la emoción, la energía adicional que el deseo y el amor ponen en marcha forman parte del “estrés” más delicioso y ambicionado de la especie.
Sin embargo, experiencias de cambio sexual (la primera vez con una pareja), la rutina, la presión, el apuro y la ansiedad y el miedo son factores que, desde el sexo, estresan.
El cuidado de la casa, de los hijos, de las deudas, la angustia, melancolía que anticipa no saber que viene a futuro, generan ansiedad. Esto puede volverse una constante y repercute, claro esta en todas las áreas de la vida o dimensiones del ser; como la sexual. A esto añadimos que, si la persona no tiene los recursos psicológicos para hacerle frente, genera mayor complejidad en el deterioro de esta área fundamental y trascendental de vida.
Si bien es cierto ha existido siempre, la ansiedad por el día a día, hoy en día nos enfrentamos a algo cotidiano, normalizado y sostenido que obviamente es mas dañino. Esto afecta no solo su calidad vida, particularmente el deterioro para su vida sexual.
La Sexualidad constituye un acceso al bienestar y la consciencia de salud en el ser humano.
Es importante tomar las medidas que sean necesarias, antes que se convierta en una disfunción o sea demasiado tarde para la estabilidad, vinculo de la relación y la familia en sí misma.
Si crees que estás sufriendo alguno de estos problemas y te genera angustia, puedes contactarte con Lina Willman y agendar una sesión haciendo click aquí. Estamos para acompañarte, sabemos cómo hacerlo.
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