Autor: Marcos Ghea. Licenciado en Psicología y Director del Departamento de Psicología de Mutare Life

La muerte de un ser querido es uno de los acontecimientos vitales más estresantes que debe afrontar una persona. Dicha pérdida no se manifiesta de la misma manera en todas las personas: no hay forma de saber cuánto una pérdida dolerá, ni cuánto tiempo durará ya que es un proceso extremadamente singular.

El duelo que sobreviene posteriormente se desarrollará a largo plazo y su culminación no será un estado como el que tenía el sujeto antes del mismo. No se trata de un proceso lineal: puede reaparecer y se tendrá que volver a trabajar. El proceso de recuperación en el periodo de duelo supone el afrontamiento de una serie de tareas, de hecho fue el mismo Freud quien desarrolló conceptualmente lo que implica “el trabajo de duelo” (1917). Worden  (2013) a su vez planteó el cumplimiento de cuatro tareas relativas al duelo:

Primera tarea: aceptar la realidad de la pérdida
“No creo que se haya ido, todavía lo veo y lo escucho”

Cuando un ser querido muere es probable que uno atraviese sensaciones de estar viviendo en una pelicula de ciencia ficción, como si fuera algo irreal. Tal vez le resulte difícil creer que él o ella está realmente muerto y que no va a volver. Quizá puede sentir que lo escucha, lo ve y despertarse de sueños tan vívidos que le parezcan reales.  

Alguno de estos sentimientos puede hacerle creer que se esta volviendo loco, eso no es así. Esos sentimientos son esperables durante el duelo.

Segunda tarea: trabajar las emociones y el dolor asociados a ella
“¿Por qué a mi?”

Usted puede sentirse enojado/a porque la muerte le quitó a un ser querido, o enojado con Dios por permitir que esto ocurra. Intentará darle explicaciones a algo que aparece sin sentido. También puede estar enojado con quienes lo rodean, puede haber motivos para este enojo, pero si no los hay, igualmente estos sentimientos pueden estar allí y son esperables ante una pérdida.

Uno de los propósitos del asesoramiento psicológico en procesos de duelo es ayudar a facilitar esta segunda tarea para que la gente no arrastre el dolor a lo largo de su vida.

“No me puedo concentrar en nada, me cuesta llevar adelante las tareas que antes realizaba con comodidad y naturalidad”

Usted puede tener dificultades en concentrarse o sentirse cansado y sin apetito.   Puede tener dificultades para dormir u olvidarse de cosas.   Es aconsejable que trate de comer regularmente, descansar aunque no pueda dormir, y no evite llorar, aunque lo deje exhausto, ya que el llanto es reparador y contener las emociones no ayuda en esta etapa.

“¿Si hubiera hecho algo diferente?”

Puede que le aparezcan remordimientos por lo dicho, hecho o no hecho, somos humanos y los malentendidos y desacuerdos son inevitables en nuestras relaciones. Cuando alguien muere, perdemos la oportunidad de intercambiar algunas cosas, el sentimiento de culpa es muy frecuente, pero con el tiempo pasará. Si persiste puede que necesite la ayuda de profesionales especializados. 

Tercera tarea: adaptarse a un medio en el que la persona fallecida está ausente
¿Cómo lleno el espacio que dejaba y las cosas que hacía?

Quien sobrevive no es consciente de todos los roles que desempeñaba el fallecido hasta algún tiempo después de la pérdida. Muchos se resienten por tener que desarrollar nuevas habilidades y asumir roles que antes desempeñaban sus parejas o familiares.

“Me dicen que ya tendría que haberme recuperado”

Las personas que le dicen esto quieren ayudarlo pero no saben como, también es posible que lo eviten para no escucharlo hablar del tema.  Hay momentos en que Usted querrá estar solo y momentos en lo que le ayude a hablar con alguien.

Cuarta tarea: recolocar emocionalmente a la persona ausente para continuar viviendo.
“¿Voy a volver a sonreir alguna vez? ¿Cuándo pasa todo esto?”

La tarea del profesional de salud mental se convierte entonces, no en ayudar a la persona en duelo a “renunciar” al ser querido fallecido, sino en ayudarle a encontrar un lugar adecuado para él en su vida emocional, un lugar que le permita continuar viviendo de manera eficaz en el mundo.

Los recuerdos quedan por mucho tiempo, el dolor continúa hasta que en algún momento la tristeza se interrumpe con momentos de felicidad. Esto no quiere decir que ya no nos importe mas la persona que falleció. En aniversarios, cumpleaños u otras fechas, es probable que el dolor recrudezca, esto es parte del proceso de duelo.

“¿Cómo ayudo a los chicos?”

Los niños también transitan el período de duelo con diferentes emociones, no lo aísle, cuéntele lo que pasó con palabras sencillas y sinceras. Permítale expresar lo que siente.

Queda claro que en este proceso los profesionales de salud mental facilitan el cumplimiento y realización de estas tareas, ofertando apoyo a familiares favoreciendo asì la despedida y la expresión del dolor. Es aconsejable también la puesta en marcha de los ritos funerarios ya que ayudan a tomar conciencia de lo ocurrido.

Duelo y pandemia

En tiempos de COVID, muchos de los elementos que se vienen desarrollando en relación al trabajo de duelo se ven obstaculizados y no están puestos en marcha. Nos encontramos frente a un aislamiento donde la palabra, la despedida y el último encuentro no es posible. Allí donde se le podría agradecer al ser querido el legado que deja, pudiendo estar cerca y contribuyendo a la sensación de trascendencia. Por otro lado los rituales funerarios se encuentran limitados a rígidos protocolos, que no contemplan la diversidad de religiones ni culturas, con un número acotado de personas que pueden concurrir. Todo esto trae aparejadas series dificultades en el atravesamiento de las etapas anteriormente mencionadas, dilatando el proceso de duelo y produciendo un profundo malestar subjetivo, que se suma a los otros producidos por la pandemia.      

Acompañamiento profesional en duelo

En resumen en el acompañamiento profesional en duelo se trata de saber escuchar y comprender, acompañando sin interferir los tiempos del otro. Es aconsejable facilitar la despedida del cadáver y el adiós, ofreciendo espacios también donde se pueda verbalizar el duelo. Allí será el lugar seguro para exteriorizar los sentimientos, poder explicar los síntomas del duelo, pero para fundamentalmente poder estar y sostener al otro.

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