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Autora: THARIEL SABAS - Profesional Área Bioenergética
Alexander Lowen dijo:“Tú eres tu CUERPO”
Cuando decimos TENEMOS UN CUERPO, es transmitir la idea de que es algo externo a mí; o, que emerge de fuera y que eventualmente yo integro. Ej. tengo ropa, tengo zapatos, tengo tiempo… etc.. Es decir, NO ES UNO. Sin embargo, cuando hablamos del Cuerpo, es algo que SOMOS. ¿Y cómo sabemos que somos? Porque no hay forma de vivir (al menos en este plano físico) sin cuerpo. Además, la única razón por la que podemos sentir es porque tenemos y SOMOS CUERPO.
El cuerpo cuenta la historia de la vida de cada persona y no solo nos narra lo que ha podido pasar en tu vida, sino lo que expresa lo que estás experimentando en el momento.
“El cuerpo habla lo que la boca calla"… ¡vaya frase! Quizá esta frase no nos sea tan indiferente como lo era antes. Por fortuna, cada vez más somos conscientes del misterio del cuerpo, del poder de sus memorias y somos más conscientes de que él tiene su propio lenguaje el cual comunica activamente, aun cuando nuestra boca no lo haga. ¿Pero cómo es esto posible?
Para brindarles un vistazo más amplio, debo remitirme un poco más al inicio... a la gestación. Ya que no importa cuál haya sido la forma, todos absolutamente todos, hemos pasado por este momento, el cual guarda mucha información que nos acompaña el resto de nuestras vidas, incluyendo la forma en que fuimos concebidos.
La vida es un continuum desde el nacimiento hasta la muerte, y el inicio de la vida como bien menciono inicia en la concepción.
Desde el pasaje por el vientre materno, la interacción entre la madre y el bebé ocurre de manera activa. Las emociones y pensamientos que experimenta la madre también las experimenta el bebé. Esta información le va preparando para el entorno que lo recibirá, y que de alguna manera comienza a tener forma desde el vientre.
El nacimiento es otro gran acontecimiento, pues el bebé se ha preparado con toda la información que ha podido percibir y recibir desde su estadía en el vientre para venir al Mundo. Los brazos con los que es recibido, el ambiente, el vínculo y apego que ocurren en ese momento van sumando a la experiencia de ese ser, sus percepciones y registros.
En los primeros años de vida, como es conocido, el niño comienza a interactuar con otros en su entorno, siendo sus cuidadores sus primeros referentes. Y el ambiente donde tiene estas experiencias también brindarán información con la cual el niño/niña, irá aprendiendo a involucrarse en el mundo que lo rodea a través del vínculo.
Ahora bien, ¿qué ocurre en estas etapas? ¿Por qué son tan importantes? Son muy importantes en la forma en que el niño/niña comienza a relacionarse con el mundo, puesto que se ha configurado para interactuar a partir de sus ellas; por lo cual, si sus experiencias han sido amorosas, podrá vivenciarse como un ser más abierto y confiado, con habilidades para vivir en comunión. Sin embargo, si estas experiencias han sido dolorosas y traumáticas, su cuerpo también se ha habrá configurado para hacerle frente a estas experiencias.
Cuando un cuerpo experimenta una situación estresante se configurará en función de su defensa. Lo cual con ayuda del Sistema Nervioso Autónomo (SNA) llevará la energía que requiera a su musculatura, cargando así diferentes grupos de músculos; esta energía estará destinada a prepararse para defenderse o huir. De tal forma que una vez pase el peligro, la persona podrá volver a su estado de normalidad. No obstante, dependiendo de los factores periféricos la calidad de la situación estresante o la cantidad de veces que podemos estar sometidos a ellas, la experiencia estresante podría llevarnos a conservar la estructura muscular que se ha configurado para su defensa, sin importar que el estímulo ya no esté vigente; llevándonos a fijar la musculatura de manera inconsciente para defendernos y evadir el dolor o sufrimiento en experiencias futuras. Por fortuna, las experiencias en sí mismas no (presentes o futuras) no surgen con la intención de dañarnos... sin embargo la forma en que respondemos si puede estar estereotipada y afectarnos.
Cuando la energía queda apresada por la musculatura, deja de fluir, ocasionando síntomas no solo físicos sino también psíquico-emocionales.
El cuerpo en su lenguaje propio será el encargado de revelar las formas en que la fuimos organizándonos desde nuestra bio-energía, construyendo una posible historia de origen a partir de la observación del cuerpo y de algunos aspectos como: el tono muscular, la respiración, la mirada, la voz, entre otros aspectos.
Desde el enfoque psicocorporal acompañaremos al consultante a descubrir nuevas formas de usarse energéticamente. A crear consciencia de las experiencias no vigentes que hacen innecesarias el sistema de defensa que se levantó inicialmente.
Se brindarán herramientas para que la persona pueda movilizar la energía concentrada en cierto grupo de músculos, para llevarla a sentir un abanico de emociones y expresarlas. Se acompañará a aumentar la capacidad de tolerar el pase de la energía que le es ajena, con la intención de que pueda experimentarse en plenitud, en armonía vital y que, a partir de esta experiencia, pueda crear herramientas saludables para solucionar sus conflictos para una vida mejor.
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