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Muchas veces sin darnos cuenta, frente a una situación inesperada perdemos el control, gritamos o tratamos a nuestros hijos con hostilidad y después nos sentimos terribles, nos sentimos muy mal y nos arrepentimos de haberlo hecho.
Esto lo hacemos porque vivimos una situación de estrés, ante tantas exigencias del día a día, porque es la manera que heredamos de nuestros padres para vincularnos, por falta de herramientas para abordar dichos conflictos o simplemente porque no sabemos cómo hacerlo.
Los gritos nos ponen a todos muy mal, sirven para acrecentar el conflicto, perder la conectividad, crear en los niños sentimientos de miedo y rencor hacia nosotros. Te pueden ayudar en el momento, pero al día siguiente el conflicto vuelve a surgir.
Para evitar que estas situaciones que surgen en el hogar sean abordadas de esta manera, el primer paso es decir: - “este camino que estoy escogiendo para mi familia no me gusta”. Siempre en todas las familias van a haber conflictos, pero podemos decidir entre dos caminos: el resolver el conflicto con más conflicto, o con conexión y con amor.
Si escoges la segunda opción te contaré como iniciar este proceso que consta de 4 pasos:
1) Serenidad: tú sabes que cuando estás sereno, las cosas en tu casa van mucho mejor. Debes ser tu prioridad y debes cuidarte, si tú no te cuidas no podrás cuidar a los demás. Aprende a decir “No puedo”, a poner límites. Regálate pequeños micro placeres todos los días.
2) Liderazgo: Debes tener un liderazgo que no sea ni permisivo ni autoritario. Tú tienes la dirección y tienes la guía. Tú sabes lo que tus hijos necesitan y eres el responsable de hacer que eso se cumpla. Para que este liderazgo sea consistente establece ritmos, acuerdos, esto les permitirá a los niños saber qué esperas de ellos. Para que este liderazgo sea efectivo, las normas y lo que se permite hacer deben ser bien claras.
3) Observación: Si observo que mi hijo todos los días presenta un problema frente a determinada situación, puedo ver por qué lo hace, qué necesita, qué es lo que no funciona, y ser capaces de prepararnos antes del estallido, modificando el cómo abordamos la situación.
4) Compromiso y cambio: la fuerza de voluntad sola, no basta. Debemos generar buenos sistemas de cambio. Vinculándonos con nuestros hijos desde la conexión y el afecto, en lugar de hacerlo desde la instrucción.
Estas son algunas de las estrategias que nos permitirán como ser mejor padre cada día.
Mónica Sanabria Echeverry
Mónica Sanabria Echeverry
Analia Gonzalez
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